viernes, enero 02, 2009

Le pasó a un amigo.

D. Che, Sigur, quería saber si vos... A ver, cómo preguntarte... vos... Qué onda vos con Romina?
S. Yo? Con Romina? Qué Romina? La amiga de Ángela?
D. Sí, esa... Vos qué onda? Estás ahí metiendo fichas o algo así? Estás laburando en eso?
S. No, boludo! Nada que ver... Por? Te gusta?
D. Y... Digamos que sí... Qué sé yo... Quería saber si tenía libre el camino, no quería complicar las cosas, viste?
S. No te preocupés, está todo bien. Vaya para adelante nomás.
D. Ok, gracias.

Fuimos todos a comer unas pizzas después, y él estaba sentado al lado de Romina...

Don Tello y su patético escenario.


Don Tello es padre de una mujer grande, de una solterona triste y tonta. Pero no voy a hablar de semejante desgracia, voy a hablar de Don Tello y de Juan el tanguero, que aunque no lo parezca, son la misma persona.
Ese día la gente (me refiero al público, claro) pudo deleitarse con un violento Don Tello y con un guasísimo Juan.
Ese día, Soledad lloró (y eran lágrimas de verdad, de las saladas) y a Irma le salieron dos moretones.
Don Tello no suele pegar a las mujeres; Juan no suele desarmar poesías y canciones de amor para convertirlas en pura basura, pero ese día fue muy especial.
Ese día de una misma persona salieron siete u ocho personajes más: el que se quedó dormido en los vestuarios; el que le gritó a ella; el que le gritó a él; el que descaradamente se enorgullecía por su gran actuación...
Ese día pudimos conocer hasta qué grado de patetismo puede llegar un actor. La razón es y será un misterio, pero vimos cómo alguien se amigó con la botella demasiado un día; y al otro día la dejó...
Que truenen mis aplausos y los nuestros por ese nuevo día.